Inicio el mes de marzo con una noticia
agradable, ajena a la realidad venezolana pero que me produce mucho placer.
Desde sus inicios el proyecto Escritores Sin Nombre (ESN) no ha demostrado
tener un plan fijo salvo el apoyo constante de sus integrantes para promocionar
los diversos contenidos a los que se dedican; ciencia, deportes, política,
literatura y cine (cinco palabras que, opino yo, nos vienen como anillo al
dedo) son los principales temas que se tratan aunque acabemos mezclando el
contenido conforme a lo que vemos, escuchamos y leemos.
Sin intentar ser pesada,
vuelvo a recomendar –puedo hacerlo mil veces- los blogs de mis compañeros.
Llevan mucho más tiempo que yo en esto y resultan más interesantes que mis
pocas entradas; si quieren saber del mundo, solo basta con darle clic a los
enlaces de Julio, Bianka, Martín y –a partir de hoy- Esther, la nueva
integrante de ESN.
Personalmente no he tenido
tiempo de otear la considerable cantidad de reseñas y críticas que tiene sobre
el mundo del cine y la literatura, pero me bastaron unas pocas miradas para
enamorarme de él porque tiene material de calidad. Y dicho esto, estoy feliz de
poder darle la bienvenida a nuestro poco conocido (próximamente famoso e
importante) grupo nacido tras un par de horas en Twitter.
Las próximas semanas
comenzaré a activarme un poco más y, me permito parafrasear las palabras de
Julio, espero traer nuevas noticias sobre el ESN y los retos que se irá
planteando para abrirse espacio en la red. De igual forma, continuaré intentado
ganar terreno y ampliar el contenido de este pequeño espacio que abrí para
escribir, no es posible hablar solo de cosas tristes. Y la llegada de Esther lo
confirma.
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