jueves, 8 de mayo de 2014

Infamia

Recién terminando de leer La Ladrona de Libros y empapándome un poco de Vargas Llosa con La Fiesta del Chivo, creo que acabo de recibir una inspiración divina que viene acompañada de los hechos suscitados hoy en Venezuela. Este mes me he dedicado a escribir mucho sobre mi país, en parte porque no tengo otra forma de participar en la protesta que todos los estudiantes queremos efectuar, en parte porque creo que mis palabras le llegarán a alguien fuera de estos límites, que tal vez lograré que en el exterior algún gobierno voltee la mirada hacia la pequeña Venecia y diga: Tenemos que hacer algo.

Lo que me lleva a escribir hoy nuevamente es la represión, la tiranía, la imposición de un régimen sobre un pueblo pacífico que quiere, por primera vez en años, actuar. Lo que me lleva a escribir hoy es nuevamente el dolor que siento al ver a mi país sangrar a punta de bombas lacrimógenas, balas, miedo y desesperanza. Lo que me lleva a escribir es la pregunta de por qué tenemos que vivir sumidos en odio, sumidos en desesperación, sumidos en penurias.

¡Cuánto dolor produce conocer la verdad!

¡Cómo hierve la sangre por la indignación!

¡Cuán profunda es la pena que rellena nuestros corazones rotos!


Así quedó la Avenida Francisco de Miranda esta madrugada (vía AP_Reuters). Tomada desde El Universal.
Hoy el gobierno vuelve a mancharse las manos a causa de los cientos  de estudiantes que secuestraron y encerraron por ejercer su legítimo derecho: querer una Venezuela mejor, trabajar y luchar por ella. Hoy nuestros jóvenes, nuestro futuro prometedor, fue atacado por la espalda mientras reinaba la oscuridad en las calles y Nicolás Maduro dormía tranquilamente en su cama. Hoy le rociaron gas pimienta en el rostro a la esperanza, sepultaron con tierra la promesa de paz, allanaron los derechos de un pueblo; hoy volvieron a demostrar que este régimen es opresor, que es tiránico, que es dictatorial… que está liderado por monstruos que una vez fueron humanos, que se dejaron seducir por la corrupción, la avaricia, el egoísmo y la rabia.

lunes, 5 de mayo de 2014

0, 5 y 8

Aunque tengo pendiente un trabajo para esta misma tarde, no he podido resistirme a la idea de escribir un par de líneas esta mañana sobre un tema que lleva días rondando mis pensamientos y que estalló hoy con los resultados de la última encuesta realizada por Datanálisis. Mientras escribo esto, afuera tengo a mi querido (nótese el sarcasmo, por favor) compañero matutino  sentado bajo un toldo forrado de propagandas políticas pintadas de rojo escarlata: el locutor del programa Petare al Día, cuyo nombre desconozco y que estos meses, desde que comencé la universidad y me toca quedarme en casa durante las mañanas, se ha convertido en una figura perpetua, despreciable y atosigante. Casi parece un marido por conveniencia, me despierto con él y por las noches espero no tener que verle o escucharle.

Sea como sea, la idea principal de estas líneas no es discutir mi relación de odio con este locutor mal pagado (lo siento, me hierve la sangre pensar en él y suelo expresarme de mala manera) aunque tiene referencia con la verborrea insustancial que emite. Habla de la guerra económica, de la guerra política, de la guerra contra el abuso extranjero… habla como un aguerrido chavista, un radical patriota, un precursor del socialismo que se ampara en la resolución educativa más reciente: la 058. Mi madre, esa señora que jamás se ha interesado en la política más allá de protestar entre dientes contra el gobierno, llegó hoy comentándome sobre ella con una indignación palpable tras asistir a una reunión en la escuela a la que asisten mis hermanos (y a la que asistí yo) donde se discutía si la aceptarían; y no es para menos.

Mucho se ha dicho desde que el Ministerio de Educación decidió promulgar este proyecto de la noche a la mañana; no pretendo dar un recuento, sino centrarme en una idea que el colectivo (un gran colectivo) comparte: esta resolución es un lavado de cerebro. Otro recurso de marca cubana que pretende coaccionar a los ciudadanos, desde muy pequeños, a admitir en su modo de vida las ideologías del gobierno. De ese gobierno que pretende aún hacernos creer que vivimos en democracia. En palabras más sencillas, la 058 no es más que otro golpe a la carta magna, que hoy solo encarna un montón de tinta y papel desvirtuado y usado asemejándose a un vulgar dama de compañía.

Es curioso como Nicolás Maduro manda a cargar las metralletas con balas, las escuelas con libros prediseñados y manipulados y la delincuencia con la máscara de la justicia mientras en cadena nacional pretende hacer creer que la vida en Venezuela es maravillosa, que estamos en un período idílico únicamente existente en libros de fantasía. Como dicen muchos, pareciera que Maduro y su séquito viven en Narnia. Sin embargo, la verdad es que no viven en ningún mundo ajeno a esta realidad; la verdad es que intentan hacerles creer a sus seguidores que ni siquiera Narnia está a la altura de Venezuela. ¿Consecuencia? Maduro en picada.