viernes, 30 de septiembre de 2016

451ºF

Argumento
Fahrenheit 451. La temperatura a la que el papel se enciende y arde. Como 1984 de George Orwell, como Un mundo feliz de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 describe una civilización occidental esclavizada por los media, los tranquilizantes y el conformismo. La visión de Bradbury es asombrosamente profética: las pantallas de televisión ocupan paredes y exhiben folletines interactivos, unos auriculares transmiten a todas horas una insípida corriente de música y noticias, en las avenidas los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; y el cuerpo de bomberos, auxiliados por el Sabueso Mecánico, rastrea y elimina a los disidentes que conservan y leen libros.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Esquirlas


Héctor Viel Temperley nació en 1933 en Buenos Aires, Argentina, dentro de una familia de ascendencia inglesa. Su trabajo consta de nueve libros que abarcan el período de treinta años (entre 1956 y 1986), siento el último de ellos, Hospital Británico (1986), el más renombrado por ser “su más intrigante obra” según Eduardo García Manríquez. Nunca presentó sus libros y solo se tiene acceso a una única entrevista realizada por Sergio Bizzio. Fue una persona encerrada en sí misma, ajena a los círculos literarios de la época y sus influencias aunque suele agrupársele en conjunto con los surrealistas.

Todo un mito ha sido construido alrededor de su nombre por la falta de datos biográficos e información precisa, lo que ha obligado a sus lectores a edificar una imagen del autor a través de su obra. Viel es una leyenda de las letras, un personaje que revoluciona la relación entre el creador y la creación, entre el poeta y la obra poética porque pasa de construir versos a ser construido por ellos.

En este sentido, es posible entender la razón por la cual Hospital Británico se ha convertido en su obra más conocida y estudiada, pues presenta la síntesis de su experiencia poética; revela mediante frases accidentales y sombrías como “Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo” o “Necesito estar a oscuras, necesito regresar al hombre” (Viel, 2003) la búsqueda a tientas de una voz poética (la inmaterialidad, lo imaginario) capaz de transmitir aquello que el cuerpo (la materialidad, lo real) no puede. Se trata de una conversación consigo mismo, de una introspección desesperada por aferrarse a aquello que se escapa: la vida o el sentido del vivir porque lo que predomina es dolor y muerte.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Como dios en la nada


La obra poética de Blanca Varela (1926-2009) está plaga de elementos que evocan el escepticismo, el desengaño, la frustración, la soledad y la melancolía; siendo estos los más resaltantes, está presente también un profundo cuestionamiento no solo de la existencia individual del hombre sino del lenguaje como testigo y perito de la realidad, pues es solo a través del poema donde este adquiere su máxima expresión y permite acceder a la verdadera esencia de las cosas. 

Las fuentes artísticas de Blanca Varela, no son pocas y es necesario buscarlas en la pintura, en la escultura, en la literatura; se trata de una exploradora adelantada que se despoja de los accesorios, aventajándose a los grandes maestros “como el árbol que busca madurar, impone la distancia” (Castañón, 1996). Frecuentó diferentes círculos artísticos, próximos a poetas como Carlos Martínez Rivas y Octavio Paz, por lo que su poesía se vio constantemente nutrida. 

En síntesis, su poesía es una recopilación de su propia experiencia, es decir, la fábula de un proceso que nace en el escepticismo, en la duda, en la sospecha de que lo percibido y conocido puede ser simplemente una ilusión. 
A raíz de la pérdida de cualquier certeza, el desengaño se erige como el protagonista de sus poemas porque es en él donde encuentran convergencia el violento (auto)ostracismo y la melancolía de una inocencia interrumpida, dos castigos que considera son una condena inevitable.