Argumento [Anagrama]
El 15 de noviembre de 1959,
en un pueblecito de Kansas, los cuatro miembros de la familia Clutter fueron
salvajemente asesinados en su casa. Los crímenes eran, aparentemente,
inmotivados, y no se encontraron claves que permitieran identificar a los
asesinos. Cinco años después, Dick Hickcock y Perry Smith fueron ahorcados como
culpables de las muertes. A partir de estos hechos, y tras realizar largas y
minuciosas investigaciones con los protagonistas reales de la historia, Truman
Capote dio un vuelco a su carrera de narrador y escribió A sangre fría, la novela que le consagró definitivamente como uno de
los grandes de la literatura norteamericana del siglo xx. (…)
***
Cuesta un poco dilucidar las
intenciones que tenía Truman Capote cuando escribió esta novela, principalmente
por la manera como se relatan los hechos, que devela cierto interés personal
por esclarecer no el homicidio de los Clutter, sino cómo funcionaba la mente de
los asesinos. Este aspecto le sumó muchísimos puntos con los lectores y es
imposible negarlo. Diversas personas afirman
que A sangre fría (1966) es la obra
fundacional del llamado “nuevo periodismo” y, aunque el término encaja muy
bien, esta obra se puede considerar más un producto literario –ficcional– que
un testimonio periodístico. Procederé a explicarme, pues sobre dicha base se
sostiene para mí el sentido de toda la obra.
Tenemos en primer plano a
una familia representante del sueño americano, al puro estilo de los años 50.
La prosperidad abunda en la casita de los Clutter; sus miembros son la envidia
y el deleite de una comunidad estadounidense muy tradicional enmarcada en un
paisaje idílico y aislado. Herbert se asemeja a un mesías del medio oeste; se
trata de un modelo propuesto para alcanzarse, un alma dedicada al trabajo
humilde y dispuesta a perpetuar el legado del bien sobre el mal… Hasta que Dick
y Perry se cruzan en su camino.
Sería imprudente detallar los pequeños problemas que
revela el comportamiento cauteloso y taciturno de la familia (los leves
indicios de locura de Bonnie, por mencionar algo) porque para el lector es necesario
mantener la imagen impoluta que Capote se esforzó por recrear: una familia que irradia
perfección se convierte con mayor facilidad en una reliquia intocable e
impersonal, la contraposición ideal de dos seres antisociales, incapaces de
integrarse correctamente al mundo.
La aparición de los homicidas –bañada
con explicaciones extensas sobre el pasado y los motivos que podrían explicar
el porqué de su actitud insensible, cruel y extravagante– es indudablemente el
eje central de la obra; esta se plantea retratar al pecador en vez de servir de
testimonio sobre el pecado cometido. Este chisme resulta más interesante ya
que, en el fondo, eso es lo que nos atrae del crimen: ¿por qué una persona es
capaz de matar? ¿Dónde están marcadas las pautas de lo correcto y lo
incorrecto? ¿Qué hace al mal ser malo?
Me gustaría hacer un
análisis exhaustivo de Perry y Dick por separado y, sin embargo, veo más
fructífero sintetizarlos en una unidad que se opone a un sistema masificado; la
impulsividad de Dick y la racionalidad excesiva de Perry se complementan para
aniquilar lo que ellos consideran –inconscientemente– el motivo de su
desgracia. Los Clutter personifican un estado de la sociedad más que
inalcanzable, son un modelo en el cual los asesinos no encajarán jamás; si los
Clutter representan lo bueno, obligatoriamente su opuesto encarna lo malo.
La absurda resolución de
cometer el asesinato perfecto, sin razón concreta, responde a una necesidad
imperiosa de encajar en el papel asignado. La visión que se tiene de las
víctimas, y lo dije anteriormente, es impersonal; son personas, pero debido a
las diferentes condiciones de vida que comparten, tanto Perry como Dick no son
capaces de concebirlas como tales. El límite está tan remarcado que es
palpable; se trata de un Yo que se
coloca por encima de un Tú/Ustedes,
es decir, no hay reconocimiento del otro como parte de mi individualidad. Y
esto acarrea la indiferencia y la insensibilidad materializada en una actitud
narcisista por parte de los homicidas. Además, y resulta profundamente irónico,
no es de extrañar el hambre enfermiza de Perry por ser parte de algo: quiere
ser aceptado por Dick porque reconoce que es el “único” en su mismo nivel.
Ambos son de naturaleza perversa, ambos son perros callejeros. Sin Dick, Perry
está perdido. Sin Dick, Perry vuelve a encontrarse girando sobre sí mismo en
busca de un sentido para su existencia.
Tengo la sensación de que Capote
pretendía investigar este caso con ojo periodístico y que en el camino se topó
con tantos elementos que, una vez escritos, acabaron cobrando vida propia en el
papel. Hubo algo en la historia, quizás su cercanía con Perry Edward Smith, que le exigió una nueva
perspectiva. Holcomb se convirtió en el escenario de una tragedia real, vista
desde la distancia como un suceso extraordinario digno de perpetuarse; y es ese
enfoque ajeno y a la vez intimo lo que encasilla A sangre fría como un una joya tallada para exhibirse en los
anaqueles de la literatura y no los titulares de un periódico en blanco y
negro.
Definitivamente, deberían
existir más libros de este estilo, donde la realidad se funde con la ficción y
las personas de carne y hueso se convierten en grandes personajes literarios.
Es una obra extraordinaria, un híbrido perfecto entre lo que consideramos real
y lo que consideramos imaginario; es vida hecha literatura.
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