domingo, 31 de julio de 2016

Víctimas y delincuentes


Argumento [Planeta internacional]
Dos niñas aparecen muertas en el trastero de un sótano. Cuatro años después, su asesino se escapa de la cárcel y los peores temores se hacen realidad: otra pequeña es asesinada con signos de haber sido violada. La situación escapa a todo control. En un ambiente de historia colectiva provocado en gran parte por los medios de comunicación, Fredrik Steffansson, el padre de la última víctima, decide vengarse tomando la justicia por su mano. Pero la brutalidad resulta contagiosa y las consecuencias son devastadoras. La caza del asesino desencadena una escalada de violencia sin precedentes que obligará a los ciudadanos a enfrentarse a preguntas escalofriantes: ¿Quién debería morir? ¿Qué vida es más valiosa?

***

Me propuse leer La bestia (2004) como parte del Read Challenge 2016 de PopSugar, la ubiqué en el número 27: una novela policíaca. Ahora, quisiera hacer una aclaratoria antes de extenderme con opiniones y reflexiones, porque catalogué mal a la novela; sí, hay crimen… pero va más allá de la investigación, esto es una novela negra en toda regla. Y merece la revaloración de la etiqueta que le puse, pues este tipo de obras siempre van mucho, mucho, mucho más allá de la tríada detective-crimen-asesino. En la edición elaborada por la editorial Planeta Internacional, se añadió a la portada: «Escalofriante, desgarradora, intensa, realista»; quiero iniciar mi reseña con esas mismas palabras que sintetizan la obra de una manera increíble.

Este libro es el primero de una serie titulada Comisario Ewert Grens en honor al protagonista, “un hombre corpulento, pesado y de aspecto cansino” que “había sido un buen policía, pero no sabía si aún lo era [o] como mínimo, no sabía si se sentía como tal”. El inspector de la policía, introducido casi de forma casual, no parece alguien relevante y está lejos de despertar simpatía no solo por su nefasta apariencia física, sino por la melancolía y la resignación que sus pensamientos develan: “los novatos deberían aprender que los entresijos de la profesión que tanto valoraban no servían de mucho, y que el trabajo era sólo una pequeña parte de sus vidas. Estás aquí por un instante, y después desapareces”.

El primer instinto hacia Grens evoca la compasión por su condición –cojo, despreciado–, pero va seguida de un palpable rechazo ante la verosimilitud con la que está siendo representado; este personaje quiebra momentáneamente el límite entre la realidad y la ficción, permitiéndonos reconocernos en él, descubriendo en nosotros un rostro grotesco y lamentable.

Tras la anomia que constituye Ewert Grens, se presenta una dicotomía: Bernt Lund, el criminal, y Fredrik Steffansson, (el padre de) la víctima. El fino hilo que conecta a los tres personajes más significativos de esta novela es Marie Steffansson, pues actúa como detonante en las acciones de la trama: la última víctima de Bernt Lund, la pista final en la investigación de Ewert Grens para comprender el comportamiento de Lund y el motivo por el cual Fredrik Steffansson jala el gatillo.

La violencia y crudeza de los eventos, así como el comportamiento errático de los personajes que se ven involucrados, permite que La bestia sea clasificada como novela negra, alejándola dramáticamente del género policial. No se trata de resolver un misterio, ya que el asesino está claramente identificado desde el principio. El inspector conduce una investigación que parece destinada al fracaso porque el criminal, que ya atravesó los procedimientos legales y legítimos, obtuvo la libertad –a su manera– y continuó delinquiendo; el protagonista sigue patrones que reconoce falibles. Así, las palabras detective, inspector, policía –asociadas orgullosamente con Sherlock Holmes, Philip Marlow, Hércules Poirot…– adquieren una connotación nociva: simple espectador incapaz de actuar, aun cuando posee las herramientas para hacerlo.

—Están asustados, eso es todo. Asustados de los delincuentes sexuales hasta el punto de sentir un odio irracional hacia ellos. Si un padre mata a uno de ellos, entonces se convierte de inmediato en un héroe popular. Es la persona que hace lo que a ellos les gustaría hacer pero no se atreven a hacerlo.   Grens resopló.   —¿Sabes qué? No tengo tiempo para multitudes. Toda mi vida he convivido con ellas. Pero no todas las muchedumbres son iguales. Ese hombre era un héroe, ellos no lo convirtieron en eso. Él hizo lo que nosotros no pudimos hacer. Acabó con una amenaza pública.
Fredrik Steffansson fue procesado por la misma ley que procesó a Bernt Lund. Padece las consecuencias de sus actos con una actitud estoica que pronto es emulada por el público a causa de su defensa: “todos pensáis que fue un acto de venganza, pero no es así. No fue nada personal. Yo también morí con Marie. Sólo resucité para matarlo”. Se plantea un dilema irresoluble: ¿puede justificarse un crimen cuando existen buenas razones para ello? ¿Hasta qué punto la ley favorece la verdadera justicia? ¿Quién está calificado para dictaminar qué es correcto? Roslund y Hellström son autores que prueban al lector, obviando apelar a su sensibilidad: desean neutralizarla, naturalizar lo más vulgar para obligarlo a percibir el quiebre del mundo. Y de tal forma lo declaran en una nota explicativa al final de la novela: “hemos escrito acerca de temas que deseábamos que fueran pura invención, o exageraciones para vender la parte dramática de nuestra obra. Pero no son invenciones. (…) Todos esos personajes, aunque parezcan absurdos, están entre nosotros.”.

La novela negra sueca va más allá de la denuncia: busca analizar cómo la violencia de un individuo influye en otros; si recrea cómo la falla de un sistema, aparentemente justo y perfecto, atrae horribles consecuencias, también refiere al componente volátil que reside en todo miembro de una comunidad. No en vano, Roslund y Hellström concluyen su obra con múltiples asesinatos, manchando con sangre las manos de padres, hermanos, madres, vecinos… la intolerancia, la ira y la frustración que predominan en La bestia nos releva un mensaje aterrador y amargo: se puede ser víctima y delincuente al mismo tiempo.

Referencias/Citas

Anders, Roslund y Börge Hellström. La bestia. Barcelona: Planeta internacional, 2007.

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