Argumento [S.A. EDICIONES B]
Seis
días atrás el astronauta Mark Watney se convirtió en uno de los primeros
hombres en caminar por la superficie de Marte. Ahora está seguro de que será el
primer hombre en morir allí. La tripulación de la nave en que viajaba se ve
obligada a evacuar el planeta a causa de una tormenta de polvo, dejando atrás a
Mark tras darlo por muerto.
Pero
él está vivo, y atrapado a millones de kilómetros de cualquier ser humano, sin
posibilidad de enviar señales a la Tierra. De todos modos, si lograra
establecer conexión, moriría mucho antes de que el rescate llegara. Sin
embargo, Mark no se da por vencido; armado con su ingenio, sus habilidades y
sus conocimientos sobre botánica, se enfrentará a obstáculos aparentemente
insuperables. Por suerte, el sentido del humor resultará ser su mayor fuente de
fuerza. Obstinado en seguir con vida, incubará un plan absolutamente demencial
para ponerse en contacto con la NASA.
Con
un final sorprendente, El marciano es una novela brillantemente construida, un
delirio ingenioso, con una mecánica del suspense que sorprenderá al lector una
y otra vez y le hará perderse en el cosmos de la naturaleza humana y la lucha
por la supervivencia. Una experiencia literaria excepcional en gravedad cero.
***
No
soy experta en la temática de la ciencia ficción. De hecho, mi acercamiento al
género ha sido a través de Asimov (un escritor que amo) y poco sé de los
clásicos. Sin embargo, creo que haberme topado con El Marciano fue un golpe de suerte y me alegra que haya sido una de
mis primeras lecturas del 2016.
Una
de las cosas más difíciles del libro es entender las disertaciones científicas
porque para un inexperto la ciencia es magia avanzada. Andy Weir es minucioso
al escribir, elabora un esquema muy bien planteado de las acciones del ser humano
y cómo estas reaccionan en el entorno. Quizás lo más pesado haya sido lidiar
con mi incapacidad personal de comprender a cabalidad ciertos aspectos, pero el
viaje planteado te invita a ser cada vez más exigente y la experiencia se
convierte en algo increíble.
Lo
mejor de todo es Mark. Su buen humor es equivalente al ingenio fantástico que
posee; cuando tienes un personaje abandonado consigo mismo esperas otro tipo de
cosas. Mark está tan deseoso se sobrevivir que ni siquiera tiene tiempo para sí
mismo. Se trata de un astronauta hilarante, un personaje en búsqueda de
atención que acaba por conseguirla luchando incluso contra sus propias
limitaciones.
Hay
breves instantes donde la mente divaga hacia la sensación de soledad,
aislamiento y abandono; y casi al mismo tiempo, logra encauzar se en un flujo
de pensamientos positivos. No hay cuestionamientos filosóficos porque requiere
acción, no reflexión, para mantenerse con vida. Cuando se está sólo frente a un
entorno árido y arisco, resta reírse y continuar avanzando. Aunque no hay una introspección típica, sí permite que nos preguntemos cuánto es suficiente a la hora de actuar en pro de nuestra integridad física y mental. Y eso es bueno
porque impulsa las acciones hasta un desenlace conmovedor.
Es un libro entretenido, te mantiene en vilo a la espera de una solución favorable. Quieres que Mark vuelva a casa porque quieres a Mark; si me lo preguntan, me parece muy significativo porque pocas veces logramos crear una verdadera empatía con los protagonistas. La travesía de Mark no abarca el espacio sino la conciencia de su propia existencia, alterada por una serie de circunstancias ajenas e impensables. Habla sobre descubrirnos, sobre explotar nuestras mejores cualidades; no es sobre esperanza, es sobre hacer realidad las posibilidades.
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