Marcha de los Auto Convocados ~9 de noviembre del 2013 |
No estoy segura de que iniciar el blog con cuestiones políticas y económicas sea lo mejor, al menos no de forma tan consecuente. Sin embargo, la situación del país ha estado dándome tantas vueltas en la cabeza que supe que no sería feliz hasta escribir sobre ello. Porque soy venezolana y me duele ver cómo la vida de mi gente va de mal en peor a causa de la inseguridad, el desabastecimiento, la confusión y la desesperación.
En mi publicación anterior comento aspectos que consideré durante las elecciones presidenciales del 14A (y algunas del 7O); si bien los comicios que se acercan el próximo 8D no son para elegir a un presidente, considero que son de vital importancia para ejercer un cambio en la ilegalidad que nos está envolviendo. No hay grito más estruendoso que el voto. Mi opinión sobre este punto no va a variar y lo defiendo fervientemente, pero al parecer no muchos comparten mi opinión. Para algunos esta no es la respuesta que necesitan y dejó de ser la vía más segura puesto que Venezuela se encuentra apresada por una democracia enferma maquillada con movimientos socialistas. El derecho al sufragio no es suficiente para vencerla.
Durante las recientes Cadenas de Radio y Televisión (que ahora se usan para las campañas políticas de la izquierda de manera descarada) transmitidas estos días, el presidente Nicolás Maduro ha estado anunciado una serie de medidas económicas que se irán efectuando paulatinamente y que se ejecutaran con firmeza una vez la Ley Habilitante solicitada ante la Asamblea Nacional sea admitida. Honestamente, mi habilidad para los números es pésima así que desconozco el verdadero impacto que pueden producir estas acciones; lo que sí puedo decir es que el panorama no parece ser el mejor y vamos directo a un profundo hoyo sin salida.
De igual forma, lo que más ha llamado mi atención en medio de tanta charlatanería inútil ha sido una simple frase pronunciada casi por descuido: “Despierta, Venezuela. Estamos en una batalla histórica”. Irónico, ¿No creen? Un llamado de consciencia en medio de insultos, amenazas, frases marxistas y proselitismo político para calmar los ánimos.
He de admitir que durante los saqueos a DAKA no estuve al pendiente de lo que sucedía porque mi mente estaba ensimismada en un mundo lleno de brillo y color, de seda y perfume, de coronas y diamantes: el Miss Universe. Podrá parecer algo superfluo de mi parte, pero no voy a tratar de esconder la verdad. Mi concentración se redujo a mi hermosa burbuja manteniéndome ajena a la brutal realidad que se estaba viviendo para ese entonces. Luego de la victoria de Gabriela Isler me percaté de que las redes sociales estaban caldeadas por algo en particular y decidí abandonar el triunfo para tropezarme bruscamente con centenares de videos y fotos regados en Twitter (la mayor fuente de información) que mostraban un cuadro insólito.
Cada hora que pasaba resultaba peor porque traía más noticias. La conducta de los venezolanos se asemejaba a una banda de babuinos desenfrenados, como si los electrodomésticos que lograban sacar de las tiendas fueran a mejorar las condiciones de vida o pudieran resolver los problemas. Sentí vergüenza al pensar que esos eran mis paisanos, pero realmente no entendía que pasaba. De pronto mi burbuja se había reventado para mostrarme la realidad de la sociedad en la que vivo, la realidad que azota mis calles, la realidad que mancha el nombre de nuestra nación.
No creo que sea posible expresar lo que los actos delictivos de estos días significan para mí o para los demás. Indignación, perplejidad, impotencia… Desolación. Porque esta no es la Venezuela en la que yo creo, no es la Venezuela que amo, no es el proyecto de país que tengo para mis hijos, para las generaciones futuras. Solo es la cosecha de años y años de mentiras que ha transformado a los venezolanos en aves de rapiña acostumbradas a recoger miserables migajas dejadas en el camino.
Babuinos desenfrenados, aves de rapiña… ¡Animales a fin de cuentas!
Se dice que Venezuela es el país perfecto por la cantidad de recursos naturales que posee, siendo una tierra fértil, bella, rica… “Un paraíso con nombre de mujer”. Y la cruda verdad es que Venezuela es un país a medias. No es el mejor porque la gente que lo habita ha demostrado carecer de seso y desconocer totalmente lo que es el valor humano. Está incompleto porque sus habitantes hemos dejado mucho que desear; no reconocemos a nuestros hermanos y los irrespetamos a causa de ideologías políticas que han disminuido nuestra calidad como personas y nos han convertido en monstruos conformistas y débiles en pensamiento. Casi nadie parece querer defender lo que le pertenece, nadie parece querer proteger al país. Y mientras más repito estas palabras más intento negarlas.
Entonces recordé vagamente que ese día de asaltos también había sido convocada una marcha con hambre de paz y justicia. Fotografías hay tantas como las del saqueo a los establecimientos y garantizo que resultan mucho más agradables de ver que la deplorable demostración de perversión que ha circulado por todo Youtube; una masa de colores y pancartas extravagantes me hicieron recordar que todavía existe un considerable porcentaje que sueña con una nación próspera, diferente… Maravillosa. Así como yo la he imaginado, así como yo la quiero. Hay quienes entienden que Venezuela no es el país perfecto, pero que puede llegar a serlo a base de esfuerzo, afecto y aplomo.
Y la ironía sobre el comentario de Maduro se vuelve una revelación. ¡El hombre tiene razón! Se está viviendo una batalla histórica, porque en las calles se respira un aire a Revolución. No socialista, ni capitalista porque con esta no se busca imponer un estereotipo sobre otro. Las personas están dando a saber que no quieren continuar sometidas a un gobierno ineficiente que genera caos a punta de inconsciencia. Venezuela quiere ser heroica, quiere liberarse de las ataduras a cualquier costo.
La idea de un pueblo emprendedor es tan tentadora, tan idealista que puede motivar a cualquiera y causarle pánico de la misma forma porque se está gestando una combinación tan peligrosa que amenaza con incendiar todo a su paso. Los líderes echan gasolina y leña a la llama encendida, sin siquiera detenerse a pensar cuáles pueden llegar a ser los resultados. Temo porque la historia se reescriba de nueva cuenta con sangre y que termine por deformar las aspiraciones de paz y armonía. Siento que el Presidente no termina de asimilar la magnitud de lo que se viene encima; o por lo menos pretende no darse cuenta que el peso de esta masa revolucionaria lo aplastará a él y a su séquito.
¿Y nosotros? ¿Entendemos a ciencia cierta qué es lo que se está germinando desde las entrañas de la tierra que nos ha acunado? ¿Reconoceremos las consecuencias de nuestras acciones una vez se desate el acabose? Cuando me di cuenta que mis prioridades estaban desajustadas, que yo no tenía a la mano las respuesta a las incógnitas aquí planteadas… supe que Venezuela está viviendo un tira y encoje continuo. Porque la verdad es que los problemas económicos, políticos y sociales no nos golpean con la misma intensidad a todos; así como el rico no pretende entender al pobre, el pobre no pretende interesarse por las irregularidades en la vida del rico. Aquí todos buscan repartirse un trozo del pastel.
La verdad es que dudo que alguien comprenda el trasfondo de la chispa que empieza a propagarse por el país y nadie entenderá nunca hasta que sea demasiado tarde. Lo que queda por develar es si toda esta situación es producto de otro vil engaño patrocinado por el gobierno o es iniciativa propia de un pueblo cansado de la opresión y el engaño. ¿Queremos los venezolanos cambiar el estilo de vida que empobrece nuestro espíritu o es una salida de emergencia creada para perpetuar un poderío?
Lo único cierto es que esta semana es transcendental para el futuro del país e invita a todos a reflexionar qué tipo de seres somos, dónde queremos ir a parar y si estamos dispuestos a pagar el costo que implica redimirnos y alcanzar el punto más alto de la montaña.
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