domingo, 6 de julio de 2014

El humano y la bestia



Argumento [Editorial Cátedra]
Es una de las grandes novelas sudamericanas de este siglo, cuyos ecos recogieron pronto en Europa Graham Greene y Camus. El relato, montado en los recursos de la novela policial, desarrolla un personaje que revela su psicología introspectiva e impone al lector un análisis de la desesperanza. El protagonista, Juan Pablo Castel, persigue inútilmente lo inalcanzable, que no es sino el regreso a la infancia, simbolizada en la ventana de un cuadro, motivo reiterado largamente en la narración.
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Decir que El Túnel es una novela para cualquiera sería incurrir en falsedades. La obra del escritor argentino, Ernesto Sábato, sufrió aguerridos rechazos antes de su publicación y vio luz en las librerías cuando su propio creador, desde su bolsillo, financió la primera edición en Europa; el día de hoy, muchos estudiantes que son obligados a leerlo para las clases de Literatura habrían preferido que esto jamás sucediera.

Conocida como una de las joyas de la Literatura Universal, El Túnel narra la historia de un particular pintor de carácter insatisfecho, egocentrismo elevado y resentimientos escondidos (Juan Pablo Castel) que asesina a la única mujer capaz de entenderlo y, más importante, de apreciar sus pinturas (María Iribarne). Claramente, se trata de una obra de estilo policial porque el avance de la trama (que no es sucesiva, sino que da saltos temporales) nos revelará cómo se dieron los hechos; a simple vista, se trata de un conjunto de recuerdos relatados por Juan Pablo Castel que nos muestran desde el primer encuentro hasta los momentos después del asesinato. Pero lo cierto es que todo va, como suele suceder en los libros, más allá de la historia.

El profundo carácter racional, real y humano del personaje queda escondido, a pesar de que la novela está narrada en primera persona, por la ansiedad que produce en nosotros enterarnos qué ha pasado con María Iribarne. Entre reflexiones, desesperaciones y crisis existenciales, Juan Pablo Castel parece un hombre que ha perdido la cordura cuando en realidad se trata de un simple hombre ejerciendo el papel más importante de su vida: él mismo. Lo que me lleva a retomar mi idea inicial: esta novela es para unos pocos.

Este tipo de novelas que narra los hechos en primera persona no logran cautivar en demasía, especialmente porque el personaje-narrador se comporta, normalmente, como una máquina emocional, repleta de ideas abrumadoras y deseos oscuros. Caso semejante es el de El Lobo Estepario de Hermann Hesse o Hambre de Knut Hamsun, donde lo más terrible no son las acciones cometidas por el personaje sino el hilo de sus pensamientos.

Tiendo a pensar, pretensiosamente, que lo más maravilloso es ese aspecto caótico en la literatura lo que espanta a lectores jóvenes y les impide comprender qué tan importante es reconocer a personajes como Juan Pablo Castel, Harry Haller o “un sin nombre”; y tal vez se deba a que resulta terrible encontrarse, realmente, dentro de esos arquetipos literarios tan humanos y tan bestiales. La perfección de esta novela, y de las otras dos incluso, es esa: la capacidad de eclipsar la historia, por muy maravillosa que sea, con un personaje estelar que nos transmite la verdad oscura de la vida para llevarnos a encontrar los aspectos más profundos de nuestra existencia.

Cita favorita
A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil.

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