"Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque
sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo."
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo."
Albert Einstein
Los
(insólitos) eventos de esta semana revitalizaron mi espíritu, incitándome a
escribir nuevamente sobre la triste realidad que día a día soportamos los
venezolanos. Aunque la tonalidad de mis entradas anteriores está marcada por la
decepción y cierta resignación, permanezco
en la fila de soñadores: sigo sin aceptar el panorama inhumano que me atormenta
desde la calle o, en su defecto, desde los patéticos titulares de la prensa
nacional. Y lo reniego porque a mí no me criaron para seguir los parámetros de
la barbarie.
He
visto, gracias a las fantásticas redes sociales, a personas cruzando ríos -con
y sin bote-, despejando caminos donde casualmente un árbol se atravesó,
sorteando la distancia entre ciudad y ciudad en buses, soportando el clima
inestable (sol, lluvia, sol, lluvia…) desde la primera hora de la mañana; todo
para conseguir plasmar su huella en un aparato que hoy por hoy genera tremenda
desconfianza a causa de su procedencia.
Sí,
me refiero al aclamado proceso de validación de las firmas para el revocatorio;
un paso menos de la interminable pista de obstáculos construida eficazmente por
el CNE. Sin embargo, yo no quiero detenerme en el análisis de esto; no me voy a
concentrar en posibles escenarios futuros ni apoyaré ni desacreditaré la vía
elegida por la oposición; no lo haré porque no quiero hablar de los disque
líderes, sino de la gente. Mi gente.